Lo que "vio" Colón en 1492
A comienzos de 1493, poco antes de su retorno a España, Colón escribió
una larga carta, como una popular y sumaria versión de su Diario. [...]
Los actuales lectores de ambos documentos pueden quedar sorprendidos por
la falta de interés que Colón demostró hacia los detalles referentes a
las tierras que visitó, y por la limitada atención que concedió a la
fauna y la flora locales.
En marcado contraste con la falta de referencias sobre los aspectos
naturales de las islas que visitó, Colón mostró un agudo interés en sus
contactos con los pueblos que equivocadamente llamaba "indios". Como ha
notado el historiador de la cultura italiana Leonardo Olschki, Colón fue
"meticuloso y exhaustivo", facilitando referencias sobre el aspecto de
los indígenas, sus costumbres y sus peculiaridades, "pintando, incluso,
su vida y sus hábitos con un realismo perspicaz y expresivo".
Las apreciaciones de Colón sobre los indígenas estuvieron inspiradas en
las de los navegantes anteriores a él, en la tradición judeocristiana y
en sus propias expectativas. [...]
Basándose en su acervo intelectual y cultural, Colón estaba mentalmente
preparado para encontrar cinco tipos de seres humanos en el curso de su
viaje de 1492. En primer lugar, si alcanzaba el Extremo Oriente, como
esperaba y deseaba, se encontraría con asiáticos. Los primeros nativos
con que se tropezó, los taínos de San Salvador, no eran precisamente los
civilizadísimos ciudadanos de la India, China o Japón. Trató de
tranquilizarse buscando indicios que le permitieran suponer que había
llegado a algunas islas situadas no muy lejos de las costas de Asia.
En segundo lugar, los nativos encontrados por Colón podían ser hombres o
mujeres de algún otro tipo familiar (tal vez europeos o bien
africanos), en cuyo caso no habría alcanzado las Indias o algún rincón
del mundo hasta entonces conocido. El relato de Colón descarta desde el
primer momento esta posibilidad. Igualmente insatisfactoria era la
tercera hipótesis, la de haberse encontrado una raza humana
absolutamente desconocida, pobladora de una tierra de la que jamás se
había oído hablar.[...]
Una cuarta perspectiva era la de que los nuevos pueblos descubiertos
fuesen habitantes de un paraíso terrenal. Una de las imágenes de la
Biblia más persistentes era la relativa al Jardín del Edén, donde la
primera pareja humana, inocente en su desnudez, había habitado en un
idílico estado natural. [...]
La última posibilidad que Colón tenía en cuenta era la de que había
alcanzado alguna de las partes más distantes y prohibidas del mundo, en
las que vivían sólo monstruos. Relatos o leyendas sobre monstruos
humanoides fueron un tópico común de la literatura de viajes, que no
podía menos que resultar conocida y familiar a Colón. Realmente, este
aspecto acapararía una buena parte de los escritos colombinos.
Los monstruos míticos de que Colón había oído hablar eran gigantes,
cíclopes de un solo ojo, hombres y mujeres de larguísimas cabelleras, y
otros tipos de exóticas criaturas. Las amazonas eran mujeres guerreras
que se amputaban el pecho derecho para usar con más eficacia los arcos y
las flechas. Los antropófagos devoraban carne humana y usaban para
beber los cráneos de sus víctimas.
En muchos relatos y obras
literarias aparecen referencias sobre semejantes seres. Por ejemplo, la
pretendida correspondencia de Alejandro Magno y la Historia Natural de
Plinio el Viejo contienen las primeras descripciones de monstruos
humanoides. El Millione de Marco Polo incluye también descripciones de
razas monstruosas. Cualquiera que hubiese leído algo sobre lugares
remotos podía esperar encontrar libros eruditos del siglo XV, tales como
la Imago Mundi de Pedro de Ailly, o la Histora Rerum Ubique Gestarum de
Eneas Silvio Picolomini, ambos leídos por Colón.[...]
Cuando Colón alcanzó el Nuevo Mundo, inquirió uno y otra vez sobre la
presencia de monstruos humanoides. Tal vez sus informantes no
entendieron lo que les estaba preguntando, o tal vez intentaron
complacerlo contándole lo que al parecer quería oír. Por ejemplo, afirma
en su carta haber recibido información sobre unos hombres con cola,
gentes que no tenían cabello, o mujeres que vivían en una isla vacía de
varones.
Estas patrañas, a las que el
descubridor prestó atención, y la manera en que él las interpretó,
reflejan tanto sus expectativas como sus deseos. La deficiente
comunicación entre Colón y los indios -basada muchas veces sólo en unas
pocas palabras, y en un lenguaje por gestos- le condujo a considerables
desviaciones a la hora de traducir lo que le contaban los indígenas a su
propio esquema conceptual. Sus actitudes vacilantes hacia aquellas
historias expresaban tanto su necesidad de considerar seriamente la
existencia de monstruos, como su deseo, por razones prácticas, de no
tropezarse con ellos.
Fuente
: (I.B.
Cohen [1993], "Lo que "vio" Colón en 1402", Investigación y Ciencia,
febrero 1993, pp.42-46-49, reproducido en MONTOLÍO, E.; FIGUERAS, C.;
GARACHANA, M.; SANTIAGO, M. (2000) Manual práctico de escritura
académica. Barcelona: Ariel.)
http://lenguayliteraturadetercero2012.blogspot.com/